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El corazón de Faunia se compone de un trozo de Madagascar, la isla más grande del continente africano, y leitmotiv de uno de los cuatro ecosistemas que recrea el parque: el fascinante Bosque Africano. Separada de África por el canal de Mozambique, la tierra de los lémures constituye un auténtico milagro de la evolución natural que, a día de hoy, alberga una ingente cantidad de especies endémicas (el 5% de la flora y la fauna mundial, ¡ahí es nada!). Es un destino primario para los amantes del ecoturismo, de ahí que el ecosistema africano del parque gire en torno a los tesoros de esta reserva natural.
En el Bosque Africano se reproducen los hábitats en los que estos animales exóticos residen: condiciones de temperatura, humedad y luminosidad claves para que su calidad de vida no se vea alterada. Árboles de hoja caduca cubren nuestra comunidad de lémures que, tranquilamente, se cruzan por la senda del visitante. Más de 1.800 metros cuadrados sirven de hogar de tres tipos de lémur, del centenar existente en su patria de origen: el Lémur de cola anillada, el rufo rojo y el Lémur de frente blanca.
Contemplar las escenas cotidianas de los lémures, animales espectrales a los que los malgaches llegaron a confundir con fantasmas, es una gozada. Cómo se relacionan entre ellos, se asean, toman un pedazo de fruta o se alimentan con los vegetales del parque: sauce llorón, mimosas, majuelo. Conocerlos es quererlos. Aunque el Bosque Africano de Faunia es, además, refugio de una cantidad de aves pasmosa: desde la estirada y elegante Grulla coronada (distinguida habitante de la sabana) al Turaco de mejillas blancas, que cruza la línea subsahariana hasta Sudáfrica y juega un importante papel en la dispersión de semillas (en este caso, el bosque exhibe un precioso ejemplar procedente de Eritrea, Etiopía y la frontera de Sudán).
Estorninos esmeralda, garcillas bueyeras y gallinas de Guinea iluminan con sus trinos y cortejos el paisaje. En verano, con las altas temperaturas, es sumamente interesante escuchar sus cantos, en los tiempos previos a la reproducción. En algunos casos, como ocurre con el turaco, incluso modifican ligeramente su dieta (pasando a comer insectos para dotarse de proteínas con las que afrontar bien la puesta de huevos). Se pueden observar gaviotas, que se caracterizan por ser muy ruidosas, o carracas lila, aves extendidas por el sur de la península arábiga.
En este ecosistema vas a encontrarte con varios ejemplares de tortugas gigantes africanas, de 100 kilogramos de peso, amantes del calor y vetustas (llegan a ser centenarias). Aunque la veintena de lémures constituye el gran atractivo del territorio africano de Faunia, donde además protagonizan una de las charlas didácticas, los fines de semana y festivos, a las 16,30 horas. En esta actividad, los cuidadores te introducen en aspectos de la vida del lémur como su morfología, socialización familiar y costumbres, formas de comunicación, etcétera.
El Bosque Africano de Faunia representa al continente negro, dentro de su rica biodiversidad. Acércate y pasea tranquilamente acompañado de sus habitantes. El parque colabora, igualmente, en la conservación de especies como el Lémur rufo, muy afectado por la tala indiscriminada de árboles en su entorno inmediato. Su dramático descenso hace que sea una especie protegible.