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El Escorpión de las Rocas es alargado, aplanado, y posee unas grandes pinzas con las que caza y se defiende, a su vez. De cola más larga y delgada (en el caso de los machos), estos escorpiones se mueven por las áreas más secas de la sabana. Precisamente su nombre procede de la costumbre de refugiarse entre las grietas de las rocas durante el día (el reparto del espacio se realiza en función del tamaño: los más grandes ocupan las grietas mayores; los pequeños, las estrechas).
Presentan un dimorfismo sexual muy pronunciado: los segmentos caudales de los machos doblan los de las hembras, lo que les confiere una cola de extrema longitud que deberán llevar enrollada sobre su espalda. Ésta es una de las principales características de la especie. Todo su cuerpo, en especial las patas, están cubierto de cerdas largas y duras que les ayudan a camuflarse en las rocas.
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Su dieta se basa en escarabajos, saltamontes y arañas, aunque debido a su gran tamaño puede depredar pequeños roedores, lagartijas y culebras. Se nutre muy pocas veces al año, si bien es esta alimentación la que le proporciona el agua necesaria para hidratarse.
Los huecos de las rocas son, también, el espacio para la reproducción de este escorpión. El macho sujeta las pinzas de la hembra, a la que corteja con pequeños golpes, y deposita el espermatóforo en el suelo, colocando a la hembra de manera que ella pueda recogerlo a través de la abertura genital. La dureza de la zona en la que viven influye en la expulsión de las crías, que nacen prácticamente secas para evitar la pérdida de agua. El proceso es complicado y puede durar días.